- Esta vez depende de ti, John.
Estas dos frases son parte del inicio de la segunda parte de First Blood. Un comienzo que pudiera ser un tanto esperanzador para el que observa en la distancia, pero que viendo la mueca de Rambo no deja lugar a dudas. Él tiene sus reservas, la cosa es difícil que pueda mejorar. No confía más que en sí mismo y quizá un poco en el Coronel, más que nada por los viejos tiempos. Aquellos en los que era reconocido como el mejor de entre los boinas verdes, el más reputado de los integrantes de ese cuerpo de élite.
En otro momento de la película, la chica vietnamita que le acompaña en su misión poco menos que suicida, le pregunta.....¿qué es lo que te da suerte? Y señalando su enorme cuchillo dice....esto, sólo esto.
Cada vez me siento más identificado con Rambo. Soy como él se denomina a sí mismo prescindible. Y lo define muy bien. Es lo que siempre he creído que era yo. Alguien a quien invitan a una fiesta y que si no aparece a nadie le importa una mierda. Así se lo explica Rambo a Koh, la muchacha asiática que no comprende el significado de ser prescindible.
Anoche vi Rambo II metido en la cama y con el IPad apoyado en el pecho. Sólo y taciturno observaba la pantalla de nueve pulgadas y escuchaba la amargura de Rambo al definirse. El ya se había hecho a la idea de que su vida sería así para siempre. Sin embargo, en cierto punto de la historia Koh le pide que la lleve a Estados Unidos con él y una chispa hace que se le iluminen los ojos. Una pequeña esperanza de no acabar sus días sólo, de no sucumbir ante la triste idea de la soledad. Acto seguido, cuando él ha aceptado llevarla y ha creído que la felicidad era posible se la arrebatan de golpe. Un disparo y ella muere. Por un instante Rambo creyó. Unos pocos segundos en los que vió luz y el arco iris, millones de colores en su mundo gris y apagado. Fue terrible. Y la tristeza volvió al semblante del ex boina verde.
Ayer tuve la oportunidad de no quedarme en casa, de no estar compadeciendome de mi mismo. Salir y quizá reír un rato. Una chica a la que ya fallé una vez, quería estar conmigo. Volvía a decirme que nos viéramos para compartir unos instantes. Y dos horas antes de la cita le escribí un mensaje. Lo siento, no me apetece quedar.
¿Por qué lo hice? Ni yo mismo lo se realmente. Estuve haciendo ejercicio para no pensar demasiado, cené y me puse a ver la película metido en la cama.
Quiero estar sólo pero a la vez quiero encontrar a mi princesa, dos ideas contrapuestas. Dos pensamientos que me tienen hecho un lío. Que marean tanto a los que estan a mi alrededor como a mi mismo. Un vaivén ilógico de emociones, una montaña rusa en la que tan pronto estoy eufórico como llorando tapado con la manta hasta las orejas.
Hace un año la cosa era diferente. Sólo había tristeza. Ahora, hay momentos en los que la Koh de turno me invita a pasar un buen rato y una luz ilumina mi mirada para instantes después decaer en un estado de total incapacidad de tomar las riendas de mi propio ser.
Decisiones que se que son erróneas, pero que no puedo hacer nada por evitar. ¿Es miedo?¿A que?¿Estoy chiflado?¿Necesito tratamiento psicológico de algún tipo?¿Quizá más tiempo?¿O puede que sólo me falte echar un buen polvo?
Tanta gente me ha dicho tantas cosas, teorías tan variadas que se podría escribir un buen mamotreto aburrido sobre las historias de Rubén y lo que pasa por su desquiciada mente.
Y como si del día de la marmota se tratara hoy ha vuelto a suceder. Una mujer me ha preguntado a las doce de la mañana que si hacíamos algo y yo, estúpido, he negado su ofrecimiento. Más que estúpido soy un gilipollas porque ella ha insistido y yo me he vuelto a cerrar. Probabilidad de salir de aquí un 10%, siendo generosos.
Incluso me ha escrito un email para hacerme ver que yo soy el único dueño de mi destino. El día es precioso, aprovéchalo. Pese a sus palabras, aquí me encuentro. Expresando unos sentimientos que a poca gente importan ya que como Rambo soy prescindible. Las vidas de todo el mundo siguen girando y yo me encuentro apartado viéndolas girar. Sonidos de un mundo distante, en el que los niños se divierten y juegan en la calle, las parejas pasean abrazadas, los padres juegan al fútbol con sus hijos, los árboles ofrecen las pocas hojas que les quedan al suave viento del final del otoño, el sol ilumina los rojizos tejados de las casas. Murmullos de un planeta feliz, de un lugar placentero y rebosante de alegría. Ecos lejanos que llegan a mi mesa mientras sentado observo lo que sucede a mi alrededor sin querer, o poder, tomar partido.
Deseo amar. Deseo ser feliz. Deseo bailar la danza de los sioux agradeciendo un año de bondad. Deseo tener una sonrisa en mi rostro al despertar. Deseo cantar. Deseo mover mis pies sobre la arena de una playa y dibujar un corazón junto a dos iniciales, la mía y la de mi princesa. Deseo gritar de alegría. Deseo soñar más que nada en el mundo.
Y sin embargo todo eso se desvanece de pronto.
Al final de la película el Coronel se despide de un Rambo de mirada dura......
- ¿Como vivirás, Johnny?
- Día a día.
"Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma." Nelson Mandela.