El sillón me envolvía y me recosté mirando el precioso techo y las paredes decoradas con motivos marineros. Todo era encantadoramente sugestivo. Y mi alma, en ese lugar, volvió a ser inocente como la de los cientos de niños que excitados les preguntaban a sus padres si también saldría el entrañable Sebastián, o el apuesto Eric.
Y entonces sucedió. En un pequeño teatro de Orlando soñé con sirenas y príncipes, con encantamientos y lugares mágicos, con el triunfo del amor. El sentimiento más puro me sobrevino, y por unos instantes al ver a la pelirroja sirenita mi corazón latió con fuerza y cuando sonaron las primeras notas de la canción "part of your world" la piel se me erizó.
No pude evitarlo y canté con ella, tarareé las partes que no me sabía y las que conocía las canturreé junto a la niña que a mi lado saltaba en su asiento. Una desconocida compañera de ilusiones.
La actriz que hacia el papel de la sirenita era una belleza y su voz contagiaba la emoción de la música, por eso, cuando al acabar y decir eso de ".... wish I could be part of that world." Y salir del techo miles de pompas de jabón, unas lágrimas aparecieron en mi cara mientras las burbujitas caían haciendo que todo tuviera cierto aire asombroso y misterioso. La magia rodeaba todo y parecía que dentro de una historia de Hans Christian Andersen me hallaba. Increíble sensación llena de sensibilidad y de un extraño magnetismo.
Me encantaría ser parte de ese mundo de fantasía. Un lugar en el que siempre triunfa la bondad, un sitio en el que los malos acaban derrotados y los buenos obtienen lo que desean. Daría mi vida por ser Eric y conocer a mi Ariel, esa mujer que me robe el corazón y haga que respire por ella. Esa chica que me tararee canciones al oído y haga que sienta tanto amor que llore de alegría. Esa mujer que diga que quiere ser parte de mi mundo, o quizá no sólo ser parte de él sino ser mi mundo completamente.
Hay días en los que pienso que eso sólo sucede en las películas y que en realidad ese sentimiento tan intenso no existe, que todo es un engaño de la mente humana y que las traviesas hormonas juegan con nosotros haciéndonos creer en el amor enmascarandolo con atracciones físicas y deseos.
Pero hay otros días en los que despierto por la mañana y necesito creer. Ahuyentar la cordura y el pragmatismo y soñar. Y por que no, cerrar los ojos y mantener esa idea de que sólo los que de verdad piensan que algo es posible son los que obtienen sus deseos más locos e irreales.
Esta mañana al abrir la aplicación de Youtube me ha aparecido el video de esta canción en mis sugerencias. No tengo ni idea del motivo de colarse este corte de la sirenita entre sugerencias de vídeos de ejercicios de crossfit y de parkour, pero ahí estaba y lo he puesto. Me he emocionado de nuevo y he recordado ese día que la escuché en ese lejano teatro. Pero hoy la he visto de otro modo, me ha parecido que Ariel tenía una mirada melancólica y la última escena de la canción en la que no puede salir del mar y desea por todos los medios estar en la superficie para ver a su amado príncipe me ha entristecido porque me ha hecho pensar en mi. Hoy he llorado al escuchar la música pero no por el mismo motivo que lloré entonces. Aquel día era feliz, en ese instante estaba enamorado y la canción me decía que era maravilloso que al final la sirenita pudiera estar con Eric. Sin embargo hoy he observado que Ariel está apenada, que no desea estar en su mundo mágico bajo el mar sino en otro lugar menos extraordinario pero igual de fascinante para ella porque su verdadero amor se encuentra allí. El problema radica en que no puede salir del océano, por mucho que grite que desea subir sabe que es imposible, es una sirenita y eso le condiciona y no puede amar a quien desea amar.
Es triste. Por eso al terminar de escuchar la canción he cerrado los ojos. Y tumbado en la cama me he repetido, la magia existe, la magia existe, ¡la magia existe!
La cola de sirena de Ariel se transforma en unas bonitas piernas. ¡Magia!. Y puede bailar con el príncipe y besarle.
¿Por qué no puede sucederme a mi también? Que mi corazón quedé mágicamente hechizado, y pueda coger de la mano a mi princesita y bailar junto a ella, acariciar su carita y besarla con tanto amor que esta vez llore de una inmensa alegría por ser parte de su mundo.
De ese maravilloso mundo en el que todo es como en los cuentos. Una historia en la que Úrsula no consigue salirse con la suya, en la que el rey Tritón permite que su hija se case con Eric, y en la que el amor triunfa por encima de todas las cosas.
Hoy quiero creer. Ahora mismo necesito pensar que hadas, magos, brujas y hechiceros existen. Y es posible que el influjo de la luna de Navidad haya hecho que esa mujer destinada a amarme se haya dado cuenta de que necesita ser parte de mi. Y me busque aunque seamos de mundos distintos, aunque ella tenga una esbelta cola de sirena y yo este en la superficie fuera de su alcance.
Sirenita sigo buscando, esperando encontrarme con tus ojos, deseando acariciar tu mano, soñando con besar tus labios. Y por supuesto, anhelando ser parte de tu mundo.
La magia reside en el corazón. ¡¡I want to believe!!