¿Por qué atrapado en el tiempo me fascina tanto? Si, hablo del día de la marmota y de esa película que todo el mundo ha visto al menos una vez en su vida.
Bill Murray se levanta una y otra vez con la voz de Cher en la radio, sin poder avanzar en su vida. Este hombre gris y apático intenta alejarse de todo aquel circo en el que se ha convertido una bonita e inocente tradición, tan antigua como los propios bosques de aquellos parajes de Pensilvania.
Esta mañana al despertar y meterme en la ducha me he sentido como él, no he escuchado a Cher sonando en mi móvil tras el pitido de la alarma pero sí que me encuentro estancado reviviendo una y otra vez el mismo momento.
Bill, en la película, intenta enamorar a Andy de una manera artificial, con trucos y chistes que ocultan al verdadero hombre que hay tras esa indolente alma. Evidentemente no le funciona y poco a poco se va dando cuenta de que tan solo siendo él mismo la vida le sonreirá. Con cada repetición de ese extraño día aprende un poquito más de sí mismo y al final deja salir al verdadero hombre que se ocultaba tras la máscara.
Hace un par de días hablaba con una chica por teléfono y me hizo una pequeña observación. Rubén, no dejas que te conozcan ni deseas conocer. Y añadía, el amor no surge con el chasquido de los dedos apareciendo por arte de magia.
Cuando Alejandro Magno llegó a la ribera del Nilo, tras su afán de conquistar el mundo conocido y persiguiendo derrotar a su archienemigo Darío, al observar la inexplicable crecida que este tenía en verano le preguntó a los sabios del lugar...¿dónde nace?
Mucho tiempo después aún no se sabían las fuentes del que fue considerado el mayor río del mundo, y bastantes fueron los que perecieron en busca de tan misterioso lugar. No fue hasta mediados del siglo XIX que Henry Morton Stanley, junto a otros valientes aventureros como Speke, Burton y Livingstone, dieron con el Lago Victoria. Para maravilla del mundo entero "redescubrieron" las indomitas tierras del África más salvaje y el origen de las aguas del río Nilo, las cataratas Ripon. Tan difícil fue averiguar de dónde salía todo ese agua que fluía a través del Nilo blanco y el Nilo azul juntándose a la altura de Jartum, que poco después de la época del gran Alejandro y cuando la dinastía ptolemaica daba sus últimos coletazos de vida con Cleopatra, se decían estas palabras..."Facilius sit Nili caput invenire".
Sería más fácil encontrar la fuente del Nilo. Eso es lo que he pensado esta mañana al ducharme y darme buena cuenta de que mi vida está en un bucle infinito en la búsqueda de un mito tan enigmático como lo fue el origen de esas oscuras aguas que desembocan en el Mediterráneo. ¿Cuántas primeras citas habré tenido? Es bien cierto que con cada una de ellas aprendo un poco más. Cada nueva mujer me descubre un matiz de mi personalidad y me hace deambular por lugares de mi alma aún no transitados. Soy como el doctor Livingstone o cualquiera de esos aventureros que remontando el Nilo intentaban desentrañar sus secretos. Pero de vez en cuando, estoy seguro de ello, estos avezados hombres se preguntaban qué hacían en ese endiablado lugar, al transitar por los inhóspitos lodazales del Sudd en pleno centro del África más despiadada.
Esta chica que hablaba conmigo hace apenas un par de días me sugería que yo era el culpable de cada fiasco, ya que no daba tiempo a que nadie lograra conocerme. Según su teoría no permito que nadie se acerque a mi demasiado y más aún, no llegaba a conocer realmente a ninguna de ellas por el estúpido asunto de pensar que tiene que haber un flechazo instantáneo y que si no lo hay paso a la siguiente.
Con los ojos cerrados en el autobús pensaba en ello unas horas atrás. ¿Si en algún momento me encuentro con una mujer maravillosa, tengo que dejarla entrar en mi corazón pese a que pocas cosas nos unan?
Me encuentro en el día de la marmota, aprendiendo de mi, escuchando mi alma. Siempre la primera cita, siempre las mismas conversaciones, siempre los mismos nervios. De momento no avanzo, no logro pasar de la región pantanosa del Sudd en la lejana y antigua Sudán. Vivo una y una vez el mismo momento deseando, soñando, que uno de estos días alguien me pregunte...¿probabilidad de salir de aquí? Y yo, sonriendo, responda...el 100%.