"Hay infinitos mundos a la vez, similares y distintos al nuestro porque los átomos son infinitos en número y se extienden por todo el espacio." Epicuro.
¿No sería increíble poder encontrar una puerta que me llevase a un mundo mágico, un lugar en el que todo, por absurdo e inconcebible que pudiera parecer, fuera posible?
Esa pregunta me la hice hace ya un tiempo. El ambiente que me rodeaba era propicio para ello.
Lugar, algún punto de Los Angeles. Hora, cerca de las nueve de la noche. Arriba, un cielo oscuro reflejaba los haces luminosos de los focos del escenario. Decenas de imágenes en las pantallas aturdían todos mis sentidos, miles de luces de vivos colores rodeaban los trescientos sesenta grados de mi mundo en aquel preciso momento. Mucha gente a mi alrededor gritaba, bailaba, reía y bebía. Y yo, en el centro de todo aquel jaleo miraba boquiabierto a Alicia mientras el sombrerero loco daba vueltas, micrófono en mano, cantando...Very merry unbirthday to you!
Había traspasado esa línea que divide la divina locura y la cordura terrenal. Esa Alicia tenía algo celestial que no supe discernir. Pensando en ello ahora, creo que podría ser el azul de sus ojos junto con el mismo color del vestido, pudiera ser que su voz angelical ayudara también o quien sabe si sus sensuales movimientos hicieron que mi corazón latiera lentamente. El caso es que me quedé alucinado por ver a ese personaje de Lewis Carrol ante mi. La atónita mirada con la que observaba cada detalle me delataba. ¿Había caído por algún agujero invisible y estaba en el país de las maravillas?¿Saldría el gato en cualquier momento de detrás del batería y me hablaría como si tal cosa?
Pasado ese primer impacto que supuso contemplar a Alicia me fijé más detenidamente en el sombrerero. Tres cosas de él me gustaron. Sus botas, la simpatía que parecía tener y su sombrero, por supuesto. Y ese fue el instante preciso en el que a mi cabeza vino esta pregunta. ¿Existen los agujeros mágicos?
Contado de esta forma parece que todo sea un invento para entretener a los niños pero no es una cosa baladí en absoluto. Las versiones primitivas de estos portales ínterdimensionales eran cuevas o simas profundas abiertas en la misma tierra por las cuales uno se zambullía en ocultos mundos sobrenaturales, más tarde aparecieron distintas teorías que decían que con ciertos espejos era posible, mediante un conjuro o llamada hacia el otro lado, atraversarlos y adentrarse en lo inverosímil. Desde luego se han escrito multitud de libros sobre el tema, no descubro nada nuevo. El apogeo de todas estas ideas tuvo su culmen en los escritos de varios científicos que se dedicaron a estudiar estos puntos o zonas en las que de alguna extraña manera, que aún desconocemos, te podrian trasladar misteriosamente a otros mundos atravesando el mágico puente que se abre ante cualquiera que tuviera la inmensa suerte de toparse con uno de ellos. Los sesudos científicos denominaron a estas extraordinarias conexiones, entre dos o más mundos, agujeros de gusano. Y son la base para pensar en otras dimensiones, en viajes en el tiempo o realidades alternativas.
Por lo tanto, hay una base tangible para creer que puedan existir, en algún recóndito lugar, ciertas aberturas espacio-temporales en las que adentrandote en ellas se llegue a algún otro plano de la vida en el que todo sea distinto. ¿Estará el sombrerero esperando al otro lado?
Pero, ¿quién demonios es este tipo? Según he podido averiguar los sombrereros antiguamente trabajaban con mercurio y es bien sabido que los vapores de este metal son tóxicos, provocando una especie de locura en quien los inhala habitualmente. De ahí viene el adjetivo impuesto al sombrerero, que en verdad puede que sea más cuerdo que todos los demás que lo juzgan, ya que su realidad al estar en otro plano existencial distinto no es comparable a la de nuestro lado del agujero.
Pensando en todas estas chorradas me quedé dormido ayer. Un par de horas antes de cerrar los ojos, agarrado a mi almohada, me topé en Youtube con un video de Alice and the Mad Hatter grabado un año después de verlos yo mismo en directo. Durante ese tiempo les escuché cantar. Una sonrisa se asomó levemente en mi cara, unos ojos risueños, la piel erizada, y una nueva pregunta... ¿Seré yo el sombrerero loco?
Anoche, al apagar mi IPad y taparme con la sábana, lo pensé. Sería la respuesta a todas mis dudas. Cada instante cobraría sentido si así fuera. En ese estado de duermevela antes de caer dormido una idea se empezó a formar en mi mente. Hace algunos años debí aventurarme a través de una de esas aberturas escondidas en mi mundo y vine a parar a este. Otra dimensión desconocida en la que mis reglas no valen, aquí rige otra realidad distinta a la mía. Por eso no comprendo a la gente de este lugar, por eso no entiendo muchas de las cosas que suceden. Las juzgo según mi realidad y es ahí donde me equivoco. Y es por eso mismo que me es tan complicado encontrar a alguien como yo, este no es mi espacio-tiempo, no pertenezco a esta realidad en la que ahora me hallo. Soy el jodido sombrerero perdido en el laberinto de este mundo.
Tiene que ser eso, debe ser así. Estoy convencido de haberme tropezado con un pliegue en el universo, de esos de los que hasta el mismísimo Einstein habló, y me he trasladado hasta aquí sin haberme enterado. Alicia, en su momento, vino a verme a mi país de las maravillas y yo ahora me encuentro en esta realidad paralela terriblemente confusa.
Como diría Schwarzenegger en el último gran héroe al traspasar otra puerta dimensional, en este caso la de la pantalla del cine, en este mundo los malos si pueden ganar. Y no tan sólo eso, sino que poco a poco la gente de este lado del espejo o agujero o como queramos llamarlo, incomprensiblemente va creyendo menos en el amor. Con la lógica del sombrerero, la mía propia, ¿cómo se puede ser feliz sin amar?
Sorprendido ante la frialdad de este mundo, en el que el desapego y la indiferencia dominan las almas de cada uno de nosotros, ¿verdad que no es difícil pensar en querer volver a toda costa a mi país de las maravillas? Allí no soy un simple loco con ideas estúpidas, en aquel lugar simplemente soy el sombrerero. Un tipo tan feliz que celebra cada día, un tío tan extraordinario que se despierta cada mañana diciendo...¡Feliz no cumpleaños!