La escuela de Atenas es una pintura que me fascina. Ya la conocía cuando la vi en las estancias de Rafael en los Museos Vaticanos pero verla a tamaño natural impresiona. Recuerdo haberme parado un buen rato a observarla. Pese al agotamiento de ese día y que decenas de personas te daban pequeños empujones para tener una mejor visibilidad me quedé inmóvil durante un momento admirando a esos personajes ahí representados. Pensando en que me hubiera gustado estar ahí. Ser parte de ellos. Gente sabia. Pensadores. Científicos. Conocían las matemáticas, la física, discutían sobre la Verdad. Aristóteles y Platón, cada uno dando su versión de la vida. Filosofaban. Pitagoras, Heráclito, Plotino, Hipatia. Sí, me hubiera encantado estar ahí. Charlar con cada uno de ellos en su época, en su momento de esplendor.
El conocimiento ha sido siempre parte de unos pocos. Unos elegidos a los que se les ha iluminado con la sabiduría. Con la oportunidad de conocer algo que estaba vedado a la mayoría.
El libro de los muertos, por ejemplo. Los egipcios que querían tener el conocimiento y la preparación para la vida en el más allá tenían que pagar cantidades de dinero astronómicas para la época si querían que un escriba les hiciera una copia. Y aún teniendo el papiro alguien tenía que enseñarles, que mostrarles el camino para interpretar todo aquello correctamente.
Los misterios eleusinos eran otros ritos de iniciación. Los candidatos al conocimiento eran puestos a prueba por los sacerdotes griegos. El saber era algo que no todo el mundo podía poseer. No todos estaban preparados. La gente de a pie sabía que llegaba la primavera, la vida aparecia ante sus ojos, pero los iniciados conocían la intrahistoria. El por qué.
Egipcios y griegos compartieron su hambre de conocimientos. La mítica biblioteca de Alejandría debía contener miles de pensamientos que ahora nos harían palidecer, en pleno siglo XXI. Hace 3000 años se sabía que la Tierra tenía forma esférica. Incluso Eratóstenes midió el perímetro de esta equivocandose en muy pocos kilometros. Más tarde, en el siglo XIV y XV, quemaban a la gente por decir tales cosas. Lógico que surgieran las sociedades secretas. ¿Qué ocurrió para tal retroceso?
Los romanos eran ingenieros sublimes, se dedicaron a inventar formas en las que el dia a dia fuera más sencillo para todos. La calidad de vida subió un escalón.
Sin embargo el poder y la política corrompieron el saber. Intereses creados por gente que quería subir en el escalafón social solapó a esa otra gente que quería conocer, crecer intelectualmente. La iglesia se hizo con el control de lo que se podía estudiar. Se hizo poseedora de la Verdad Suprema.
Años de oscuridad. Años en los que surgieron grupos que se reunían para discutir sobre teorías, teoremas, fórmulas, ideas. Grupos que a modo de la pintura de Rafael se juntaban para hablar sobre el conocimiento. Sociedades secretas, en las que había que iniciarse para poder ser parte de ellas. E incluso siendo un miembro de estas había círculos dentro del círculo. Pequeños corpúsculos que manejaban el verdadero saber.
En los tiempos en los que estamos creemos que por la globalización, internet y la posibilidad de manejar datos de todo tipo no pasan este tipo de cosas. Pero sigue sucediendo. La gente poderosa sigue al pie del cañón, inventando y tergiversando hechos. Controlando lo que podemos o no podemos saber.
El incidente del golfo de Tonkin fue un engaño americano para que la opinión pública viera con buenos ojos una guerra en la Vietnam comunista.
Alemania hizo algo parecido años antes para provocar la invasión a Polonia y desencadenar así la Segunda Guerra Mundial. Se infiltraron los alemanes tras las líneas polacas y atacaron, haciéndose pasar por estos, a los alemanes apostados al otro lado.
El asesinato de Kennedy fue otro asunto en el que se actuó engañando a la gente corriente. Ahora los americanos querían Cuba a toda costa y un solo hombre no iba a fastidiarles los planes.
Los atentados de Nueva York y del metro de Madrid. La prima de riesgo tan nombrada en estos momentos. La subida de los precios de la gasolina pese a que el petróleo baja de precio. Bancos que se declaran en bancarrota. Gente de las altas esferas que dimite de sus puestos porque se les ha pillado con una amante, cosas que tienen un tufillo a que alguien maneja los hilos.
Antes era la iglesia, ahora quien sabe.
Y yo tengo una duda.
"No todas las verdades han de ser explicadas a todos los hombres."
Esta frase que dijo Clemente de Alejandría, uno de los padres de la Iglesia, me sirve para relatar la duda que me ha surgido.
¿Debo seguir hablando sobre mi vida o guardar algo para mi mismo?
Esta mañana me he despertado con este pensamiento. Y creo que no diré más sobre mi. Haré un parón. No pondré, a vista de todos, mis vivencias. No por el momento. Quiero que el conocimiento sobre mi persona sea algo que sepa un pequeño círculo. Como sí de una sociedad secreta se tratara. Y quizá contar estas cosas a gente especial. Iniciados.
Podría borrar cada cosa que he escrito. El único motivo de escribir era y sigue siendo conocerme. No lo haré. No me arrepiento de haber puesto mi vida a dominio público. Pero como diría alguien archifamoso, si queréis conocerme venid a mi.
Eso ha quedado un poco pedante pero es lo que pienso en estos momentos. Quizá cambie de opinión. Nunca se sabe.
El resto de mi vida, mis problemas, mis vivencias, mi experiencia queda para alguien especial. Sea quien sea. Esté donde esté.
Gracias por vuestra compañía.
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