La proporción áurea es la belleza en sí misma, sinónimo de perfección. Todo ello personificado en una simple relación numérica.
Dejaré que sea Euclides, antiguo sabio griego, quien nos diga de que diantres hablo hoy. "Se dice que una recta ha sido cortada en extrema y media razón cuando la recta entera es al segmento mayor como el segmento mayor es al segmento menor."
Estaréis de acuerdo en que es una relación bastante simple que cualquier persona con un pequeño esfuerzo podria imaginarse.
He de admitir que nunca me atrajo demasiado la geometría descriptiva, soy mas experimental que teórico, pero esta definición y sus casualidades me dejaron poco menos que sorprendido. Tanto como a los propios griegos, que pensaban que ahí residía la pureza de las cosas. Si algo poseía esta relación era hermoso, perfecto.
Pues bien, resolviendo esta simple ecuación que cualquier niño de doce años podría finiquitar en un par de minutos llegamos a un resultado. Un número místico
Y este número es 1,618........ Un cantidad infinita de decimales nos dice que la perfección es imposible de lograr. Siempre existe un número más, un grado más de mejora. Esa es la conclusión a la que llegué yo. Seguramente equivocada.
Datos curiosos son que algunas pirámides de Egipto están construidas conservando esta proporción. Los griegos modelaron sus edificios y esculturas buscando este número. Vale, podría decir alguien, estos tipos estaban algo tarados o eran unos locos místicos. No obstante, ¿sabéis cual es la relación de abejas macho y hembra en un panal?¿la proporción entre las ramas principales de un árbol y la altura de su tronco?¿la relación entre las nervaduras de las hojas de los árboles?¿cuál es la proporción de la distancia entre el ombligo de una persona a las plantas de los pies con respecto a su altura total?
La naturaleza ha puesto este número delante de nuestras narices una y otra vez. ¿Por qué cuento todo esto?¿Qué es para mi la belleza? Enfocando más la pregunta, ¿cuándo una mujer es bonita para mi?
Al contemplar a una chica, ¿en qué me fijo?
En su alma, y en el espejo de ésta. La mirada. No tengo ninguna duda de que podría enamorarme de unos ojos, de una mirada.
El cuerpo acompaña, claro. El culo, los pechos, unas bonitas piernas, una piel suave, un olor determinado. Todo ayuda. Pero de nada de estas cosas podrías quedar perdidamente enamorado. Todo es perfectamente moldeable. Se pueden conseguir a través de trabajo, ejercicio o ....cirugía. La mirada sin embargo te embauca, te hipnotiza, te hechiza. No hay una mirada igual a otra. No se puede imitar ni clonar. Es nuestra huella dactilar. Nuestros ojos expresan lo que somos, lo que deseamos, lo que anhelamos. Para mi, la belleza es más que una proporción. Es mucho más que un número. Es un sentimiento. Es el pálpito del corazón. Es el pulso acelerado. Es la sangre bombeando por todas las arterias y venas de mi cuerpo. Pum, pum. Pum, pum. Pum, pum. Sonando cual tambor en una batalla. Preparando a mi alma para una guerra perdida. Imposible resistirse a una mirada de otro mundo.
He pensado en escribir sobre esto esta mañana, al terminar de ducharme y mirarme en el espejo. Ahí estaba yo, con mis calzoncillos de Pluto, vestigio de una vida muy lejana. Sobre mi cuello, un colgante comprado en Salem, la ciudad de las brujas por excelencia. Quizá llevándolo para ahuyentar a los malos augurios, o puede que simplemente porque me quede bien. Observándome en el reflejo he pensado en la proporción áurea, en la imperfección de mi cuerpo. Y, traspasando piel y órganos, he observado la imperfección de mi alma.
Hace mucho que no hablo de mis avances en torno al Parkour. Y no lo he hecho por una simple razón. No los hay. He desistido en el empeño de adentrarme en el mundo del arte del movimiento. He pensado que a mis 35 años es imposible hacer una disciplina que no podré llegar a dominar nunca. Pero, ¿quien domina algo así? Los expertos en el tema dicen que se pasan la vida perfeccionando la técnica. ¿Por qué yo soy incapaz si quiera de empezar? Soy poco flexible, es demasiado peligroso, es una locura. Son motivos que mi mente ha buscado. Excusas. Sólo eso.
Sin embargo una nueva meta me he propuesto, conseguir acercar mi cuerpo a esa proporción áurea. Al menos con un par de decimales. Obtener resistencia y fuerza. Potencia y simetría.
Mis ejercicios han ido variando desde hace unos meses cuando empecé con todo esto. Ahora que mi meta es otra busco cosas nuevas que mejorar. Músculos que desarrollar. Miedos que vencer.
Desde la antigüedad se ha buscado un prototipo de excelencia en el cuerpo humano. Vitruvio dio sus medidas y Leonardo las dibujó. Miguel Ángel las esculpió en su David. Durero las plasmó en sus grabados.
Y yo mirándome esta mañana en el espejo he pensado que si quiero cambiar lo que veo primero debo cambiar la forma en la que veo eso que deseo cambiar. Mi mentalidad esta moldeandose al mismo tiempo que mi cuerpo. Soy ese bloque de mármol. Sin forma. Y escoplo y martillo en mano cincelo lo superfluo para quedarme con lo mejor de mi mismo. Mi esencia.
Y este número es 1,618........ Un cantidad infinita de decimales nos dice que la perfección es imposible de lograr. Siempre existe un número más, un grado más de mejora. Esa es la conclusión a la que llegué yo. Seguramente equivocada.
Datos curiosos son que algunas pirámides de Egipto están construidas conservando esta proporción. Los griegos modelaron sus edificios y esculturas buscando este número. Vale, podría decir alguien, estos tipos estaban algo tarados o eran unos locos místicos. No obstante, ¿sabéis cual es la relación de abejas macho y hembra en un panal?¿la proporción entre las ramas principales de un árbol y la altura de su tronco?¿la relación entre las nervaduras de las hojas de los árboles?¿cuál es la proporción de la distancia entre el ombligo de una persona a las plantas de los pies con respecto a su altura total?
La naturaleza ha puesto este número delante de nuestras narices una y otra vez. ¿Por qué cuento todo esto?¿Qué es para mi la belleza? Enfocando más la pregunta, ¿cuándo una mujer es bonita para mi?
Al contemplar a una chica, ¿en qué me fijo?
En su alma, y en el espejo de ésta. La mirada. No tengo ninguna duda de que podría enamorarme de unos ojos, de una mirada.
El cuerpo acompaña, claro. El culo, los pechos, unas bonitas piernas, una piel suave, un olor determinado. Todo ayuda. Pero de nada de estas cosas podrías quedar perdidamente enamorado. Todo es perfectamente moldeable. Se pueden conseguir a través de trabajo, ejercicio o ....cirugía. La mirada sin embargo te embauca, te hipnotiza, te hechiza. No hay una mirada igual a otra. No se puede imitar ni clonar. Es nuestra huella dactilar. Nuestros ojos expresan lo que somos, lo que deseamos, lo que anhelamos. Para mi, la belleza es más que una proporción. Es mucho más que un número. Es un sentimiento. Es el pálpito del corazón. Es el pulso acelerado. Es la sangre bombeando por todas las arterias y venas de mi cuerpo. Pum, pum. Pum, pum. Pum, pum. Sonando cual tambor en una batalla. Preparando a mi alma para una guerra perdida. Imposible resistirse a una mirada de otro mundo.
He pensado en escribir sobre esto esta mañana, al terminar de ducharme y mirarme en el espejo. Ahí estaba yo, con mis calzoncillos de Pluto, vestigio de una vida muy lejana. Sobre mi cuello, un colgante comprado en Salem, la ciudad de las brujas por excelencia. Quizá llevándolo para ahuyentar a los malos augurios, o puede que simplemente porque me quede bien. Observándome en el reflejo he pensado en la proporción áurea, en la imperfección de mi cuerpo. Y, traspasando piel y órganos, he observado la imperfección de mi alma.
Hace mucho que no hablo de mis avances en torno al Parkour. Y no lo he hecho por una simple razón. No los hay. He desistido en el empeño de adentrarme en el mundo del arte del movimiento. He pensado que a mis 35 años es imposible hacer una disciplina que no podré llegar a dominar nunca. Pero, ¿quien domina algo así? Los expertos en el tema dicen que se pasan la vida perfeccionando la técnica. ¿Por qué yo soy incapaz si quiera de empezar? Soy poco flexible, es demasiado peligroso, es una locura. Son motivos que mi mente ha buscado. Excusas. Sólo eso.
Sin embargo una nueva meta me he propuesto, conseguir acercar mi cuerpo a esa proporción áurea. Al menos con un par de decimales. Obtener resistencia y fuerza. Potencia y simetría.
Mis ejercicios han ido variando desde hace unos meses cuando empecé con todo esto. Ahora que mi meta es otra busco cosas nuevas que mejorar. Músculos que desarrollar. Miedos que vencer.
Desde la antigüedad se ha buscado un prototipo de excelencia en el cuerpo humano. Vitruvio dio sus medidas y Leonardo las dibujó. Miguel Ángel las esculpió en su David. Durero las plasmó en sus grabados.
Y yo mirándome esta mañana en el espejo he pensado que si quiero cambiar lo que veo primero debo cambiar la forma en la que veo eso que deseo cambiar. Mi mentalidad esta moldeandose al mismo tiempo que mi cuerpo. Soy ese bloque de mármol. Sin forma. Y escoplo y martillo en mano cincelo lo superfluo para quedarme con lo mejor de mi mismo. Mi esencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario