D'Alembert era un matemático francés del siglo XVIII.
Lo conozco por dos motivos. Debido a su solución de la ecuación de ondas y por la paradoja a la que llegó en sus estudios sobre la resistencia al avance de un cuerpo rodeado por un fluido ya sea éste líquido o gas, es decir, agua o aire.
Matemáticamente concluyó que cualquier objeto seguiría en constante movimiento eternamente. Un barco podría navegar sin que ningún tipo de resistencia le afectase ya que según las matemáticas y sus ecuaciones, la resultante de la fuerza que se oponía al avance le daba cero. Obviamente la experiencia decía lo contrario, de ahí la paradoja.
D'Alembert no tuvo en cuenta varios factores como el efecto de capa límite y el efecto Magnus.
Hoy es un día de esos en los que me encuentro en mi barco, pensando en ese matemático francés mientras estoy detenido en medio del océano. La resistencia no me deja proseguir con mi rumbo. Hoy no. La viscosidad del agua se opone al movimiento de avance. Despliego el velamen pero no hay manera. Calma chicha.
Detenido en medio de la cubierta miro a babor, nada. Por estribor el mismo panorama. Estoy sólo y parado. El 28 de Julio de 2013 es el día más triste. Todo está tan quieto que hasta escucho mis propios pensamientos. ¡Jodido D'Alembert!¡Jodido Bernoulli!¡Jodida hidrodinámica!
¿Qué puedo hacer?¿Qué podría hacerme más amena la espera hasta que el movimiento vuelva?
Esas preguntas me las he hecho en el coche de camino a casa. Y lo único que se me ha ocurrido es poner música. He elegido un disco. Uno que me traía recuerdos de mi niñez.
Mi padre tenía un bar en el Paseo de la Castellana. Al lado del Corte Inglés. Era un sitio que recuerdo bastante chulo. Había una gran pantalla en la que ponía vídeos musicales y una pequeña pista de baile culminada con una bola de espejos, como las de las discotecas de finales de los años 70 y principios de los 80. Altavoces potentes. Y de fondo la música de la Motown. Lionel Richie, Steve Wonder, Diana Ross y las Supremes, Marvin Gaye.....
Recuerdos de un niño feliz, de un niño jugando en la pequeña pista de baile con sus hermanos, de un niño soñador y muy risueño. Esos recuerdos me han hecho sonreír. Y cuando de pronto ha sonado "My girl" me he puesto a cantar. ¿Qué mejor manera de pasar este día de inmovilidad forzada que cantando?
My girl es una canción compuesta por Smokey Robinson, vicepresidente de la Motown, y que The Temptations llevaron al número uno. Pero yo no he escuchado esta noche esa versión sino la que hizo un jovencísimo Michael Jackson. Y junto a él me he puesto a cantar. Siguiendo su ritmo con los brazos y bailando como si fuera de nuevo ese niño de hace 25 años. Durante el trayecto a mi casa, unos 20 minutos, la he repetido una y otra vez. Sonriendo en un día de resistencia total al avance. Un día tan triste que no he podido resistir el soltar alguna lágrima ahora que escribo estas líneas.
Y antes de dormir la escucharé una vez más, para soñar con la esperanza de encontrar a mi chica. Esa que me haga cantar la canción de nuevo pero en vez de con mirada melancólica con una sonrisa en la cara sabiendo que de verdad existe.
I've got sunshine on a cloudy day,
When it's cold outside I've got the month of May,
I guess you'd say
What can make me feel this way?
My girl, my girl, my girl
Talking about my girl.
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