Corría a buen ritmo. Poco a poco fui acelerando hasta ir lo más rápido que pude. Un sprint más largo de lo que, en principio, podía esperar aguantar. De pronto paré.
Pensé que el corazón me iba a estallar mientras cogia el aire a bocanadas.
Miré a mi alrededor, la noche me rodeaba. Entonces, sin explicación alguna, me puse a bailar.
Bailé como si el mundo no me estuviera observando. Y me sentí el tio mas libre del mundo.
Después, continué corriendo.
La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.
jueves, 2 de marzo de 2017
Dia 47: All you have to do is...dance.
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