Pearl Jam sonaba de fondo. Bee girl, la canción. Los acordes de la guitarra retumbaban en el interior del coche ya que él había subido el volumen a tope. Queria dejar que el sonido envolviera aquel lugar, no deseaba hablar.
Ella le miró, sonrió. Unos segundos después, cuando él desvió la mirada hacia el tráfico, ella aprovechó para decir..."lo voy a tener. Aqui dentro está nuestro hijo."
Doce horas antes. En algun lugar, ella debía estar bailando o quizá bebiendo o puede que tan sólo estuviera sentada en alguna mesa de cualquier oscuro garito, observando su teléfono mientras alguien le hablaba.
Él, en cambio, no tenía ni idea de que aquella noche la vería. Habia desechado la idea tan pronto como se le asomó por la mente. No, ella no se acordará. Se dijo mientras conducia hacia casa aquella noche.
Bajó el volumen un poco mientras Eddie Vedder cantaba. "...you know time is long, life is short. Begin to live while still you can..."
Ella, entonces, lo repitió. Voy a tenerlo, seremos padres.
La reacción inmediata de él fue coger la mano de ella, acariciar sus dedos y mirarla mientras detenidos en un semáforo, no podía creer que aquello estuviera sucediendo. Ella sonreía. ¿Era una broma?
Él empezó a llorar de alegría. A ella también le resbalaron algunas lágrimas por sus mejillas.
Diez horas antes ambos estaban tumbados en un sofá. Ella posaba su cabeza en el estomago de él. Mientras él acariciaba su largo y oscuro pelo, ella lloraba, pero en esta ocasión de tristeza. Las pequeñas gotitas saladas caian sobre el pantalón de su pijama. Me voy dos años, y ni tu ni nadie puede hacer nada para evitarlo, decía compungida. Él solo escuchaba, no deseaba decir nada. No habia más que añadir a lo que ya le habia dicho. En esos momentos solo podía consolarla y sentir esos instantes como si fueran los últimos aprovechando cada segundo para memorizar cada poro de su piel.
La guitarra susurraba ahora. "...Bee girl, be a girl..."
Oliver esta dentro, ya lo siento. Dijo ella, dejándose llevar por el momento y posando la mano que tenía libre sobre su tripita.
Él no paraba de pensar. Dios, ¡cuánto quiero a esta chica!
Siete horas antes estaban sobre la cama. Observaban el reloj de la mesilla de noche. ¿Sabes? Dijo él. Naci un día como hoy a las seis de la mañana. Ella observó el reloj, quedaban un par de minutos aún. Se arrimó a él, en estos instantes tu madre debia estar maldiciendo el momento en el que se folló a tu padre. Sostuvo con mirada sonriente mientras le acariciaba su cara. Después le besó dulcemente. Felicidades, soltó tras ese precioso regalo en forma de beso.
¡Jo! ¡Ya me lo podias haber dicho antes de subir al coche! Reía él, mientras se secaba las lágrimas queriendo abrazarla sin poder hacerlo.
Pearl Jam habia desaparecido hacia unos segundos, pero ya no importaba. Tan solo escuchaba los latidos de su corazón a mil por hora.
Seis horas antes él y ella hacian el amor. Él solo pensaba en disfrutar cada instante, posaba su mirada en la de ella. Esos oscuros ojos llenaban toda su alma, su boca exhalaba deseo, una pasión que mostraba con besos en la comisura de los labios, jugando con la lengua y sintiendo el cálido aliento dentro de él.
Ni sus prominentes pechos, ni el precioso culo que agarraba con sus manos le atraia tanto como aquella cara desencajada de placer. Amaba ese rostro.
Por fin pudo parar el coche y bajar. Lo rodeó lo más rápido que pudo y casi al tiempo que ella abría la puerta se abalanzó a abrazarla. Tenía que sentirla, necesitaba hacerlo. Te quiero, dijo él. Te amo, respondió ella.
Cinco horas antes ella estaba en la calle. Desorientada. Perdida en mitad de la nada. ¿Como has podido hacerlo? Le preguntó al teléfono. No lo he pensado, tan sólo he vivido el momento y no me he dado cuenta. Lo siento. Vente y hablamos. Le suplicó él, en esa llamada. Estoy yendo para allá. Dijo aún enfadada, añadiendo ¿lo has hecho para que no me vaya? No quiero que te vayas porque te quiero, no porque te puedas quedar embarazada o no.
Después de dejarla, él subió de nuevo al coche. El interior olía a ella. Respiró profundamente y sonrió.
Cuatro horas antes estaban nuevamente en el sofá. Ahora ella, sentada, sostenía una cerveza en la mano. Más tranquila empezó a hablar de una posibilidad de quedarse. Aun puedo cambiar de opinión. Él creyó verla sonreir. Trás un par de horas de charla se trasladaron de nuevo a la cama y volvieron a hacer el amor.
Al salir del coche la escribió. Ya he llegado, te quiero. Ella respondió, vamos a tenerlo, de verdad. Te amo.
Eddie Vedder, el vocalista de Pearl Jam, resuena ahora en mis oidos. Los rítmicos acordes de su guitarra acompañan a la letra de Bee girl. "...everything you imagine needn't be stuck in your mind..."
El cuento de Oliver.
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