Un sueño profundo se adueñó de su mente y le trasladó años atrás, antes de ser pirata, mucho antes de tener esa mirada triste por la pérdida de su amor y de su pequeña Shenandoah.
Estaba en el norte, pasando la desembocadura del Missisippi y subiendo por la costa hasta las inhóspitas tierras de muchos irlandeses desterrados de sus hogares. Atravesando poblados diseminados aquí y allá llenos de familias con la ilusión de ganarse el favor del cielo trabajando duro y siendo buenas gentes. Colonias que poco a poco crecían en número, personas que llegaban con la peregrina idea de conquistar un nuevo mundo.
Rubén era un marino de la Royal Navy, en aquella época en la que se ganaba el pan llevando armas y víveres de la vieja Inglaterra hasta Boston.
El sueño le traía imágenes de esos días en los que nada le preocupaba más que vivir el día a día. Y una visión angelical le hizo susurrar algo mientras seguía en los brazos de Morfeo ......Gwyneth.....
Una mañana llegando a la bahía de Massachusetts el primer oficial se le acercó mientras ataba unos cabos.
- Rubén, necesito que hagas algo al atracar. El capitán quiere que esta carta le sea entregada al General Smith, es un correo urgente del mismísimo Rey Jorge. No debo decirte que es bastante importante que llegue cuanto antes a sus manos.
- ¿Y dónde debo buscar al General, Señor?
- Ve a Plymouth.
- Muy bien Señor, así haré.
No le fue difícil encontrar al General y una vez entregado el importante sobre sellado con las armas del Rey dio una vuelta por el antiguo pueblo donde el Mayflower llegó mucho tiempo atrás. Algo llamó su atención, las palmas y los vítores de un improvisado público atrajeron su curiosidad y se acercó para ver que ocurría. Un violinista junto a un niño que soplaba por una pequeña flauta tocaban una melodía impresionantemente alegre. Y de pronto la mujer más bella que jamás había visto persona alguna apareció bailando. Tez blanquísima llena de lunares, pecas por toda su preciosa carita, un abundante pelo rojizo lleno de rizos y tirabuzones infinitos y una sonrisa que cautivaba hasta a las mujeres que hacían corro alrededor del trío de músicos.
Rubén se hizo sitio en la primera fila para verla más de cerca. Su danza era hipnótica, y su voz al acompañar al violinista en la balada seducía a la par que cautivaba los corazones de los hombres. En un momento dado la chica cogió una pequeña florecita que crecía en el suelo y dando vueltas fue a parar frente a él. Y con una bella sonrisa se la ofreció.
Esa noche en la isla del tesoro, Rubén el Conquistador soñó con Gwyneth y la flor que le regaló aquel día en una pequeña plaza de Plymouth.
Cuando por la mañana despertó ya sabía donde debía ir en busca del amor verdadero. Rumbo al frío norte. Sería un buen punto de partida, la aventura comenzaba.
Hace justo dos años me encontraba con un dilema entre manos. Un par de semanas intentando decidir si comprar un anillo de Tiffany's o uno de Swarovski, menos pretencioso, junto a alguna cosilla más. Mi intención era comprar el de Tiffany's y pedirle matrimonio el día de Reyes. Miré el anillo una y mil veces en la página web, me parecía poquita cosa. Muy chiquitillo, pero mi presupuesto de 500€ no me dejaba elegir nada mayor de esa tienda. Era de plata y tenía un corazón de oro en el centro, y por un poco más podía escoger otro que en vez de un corazón tenía tres. Quería verlos y una mañana de hace un par de años me levanté y duché con la idea de pasar por la tienda que tienen en Madrid. ¿Y que ocurrió? En el último instante determiné que iría a ver primero los anillos de Swarovski. Un par de horas después tenía un anillo y unos pendientes a juego. Así podría comprar alguna cosita más por el valor del anillo de la prestigiosa joyería. Aún así no era lo mismo pedir a alguien que se case contigo con una cajita de Swarovski en la mano que con una de Tiffany's, pensé. Llegó el día de Reyes y coloqué las cosas bajo el árbol antes de irme a ver a mi familia ya que hasta la tarde no la vería a ella y no abriríamos nuestros regalos. Cuando volví a mi casa ella esperaba nerviosa y empezamos a abrir regalos. Primero los míos. Rasgué el papel rojo con dibujitos navideños que envolvía mi paquete, yo ya sabía que era y no preguntéis como. Un iPad. Me encantó. Abrí algún paquetito pequeño más de regalos de su familia y luego le tocó a ella. Una cara de sorpresa impresionante al ver su anillo, le gustó mucho. Y yo, ¿que hice yo? No le pedí que nos casáramos. ¿Por qué? Esa pregunta me la hice durante algunos meses sin saber cual era la respuesta. La vida puede cambiar en un sólo segundo.
El día de Reyes es especial y he de confesar algo, soy muy impaciente. Desde que supe que eran los papis buscaba los regalos por todos los escondites de la casa. Y los descubría, y eso me ponía más nervioso aún. ¿Qué habría bajo el envoltorio? Y no sólo los buscaba con 15 años, también con 20....y con 30. Mi ex llegó a camuflar el regalo en una caja de zapatillas para hacerme creer que eran unas Nike lo que vería el día 6 de Enero. Mi madre los escondía bajo su cama, en un trastero, en el maletero del coche, incluso en el sitio más evidente pensando que no se me ocurriría mirar, su armario de la ropa.
Hace un par de años que no tengo ese interés por buscar, hace un par de años que no voy a la cabalgata, hace un par de años que no siento nervios el día 5 por la noche. Y me gustaría recuperar esa mirada, esos ojos llenos de fe ante la visión de los tres Reyes Magos. Deseando creer que existen, ¿y por qué no? Viven en el corazón de cada uno de nosotros. Eso es lo que yo creía entonces. ¿Y ahora? Hace unos minutos le preguntaba a una chica si había escrito la carta, y ella me decía que no. Y le he propuesto algo, cerrar los ojos y pedir un deseo. Quizá la magia de esta noche envuelva eso que anhelamos y lo lleve directito a los Reyes y puede que, si nos portamos bien este año que recién acaba de entrar, para el que viene obtengamos nuestro regalo.
¿Qué he pedido al cerrar los ojos tumbado en la cama? Esto es lo que he dicho en un tímido susurro....Este año no he sido muy bueno pero prometo que en el 2014 intentaré ser mejor y por eso os pido algo con bastante adelanto. No quiero ningún juguete, ni tampoco un móvil nuevo, ni un caro portátil. Sólo deseo volver a tener ilusión en mi mirada, lo que quiero es que las Navidades del año que viene las comparta con el amor de mi vida. Queridos Reyes Magos, pido un corazón con el que poder amar de nuevo.
Esa ha sido mi carta, seguramente la primera que reciban para el año que viene. Espero que puedan encontrar un corazón para mi, mientras tanto cumpliré mi parte del trato y seré bueno. Me voy a dormir. Buenas noches a todos y Feliz día de Reyes.